La autora de este proyecto tenía el siguiente dilema: ¿cómo hacer llegar el arte urbano a la gente sin que sea delito? La respuesta es
Papergirl: Berlín se llena una vez al año de repartidores en bicicleta que van entregando rollos con obras de arte que previamente artistas de diferentes países han enviado. Las ventajas son muchas: contacto directo con el público/consumidor, le alegran el día a la gente, el producto es gratuíto, la entrega es una sorpresa y el contenido siempre un misterio. Si queréis enviarle alguna de vuestras obras a la autora del proyecto, con la ilusión de que acaben algún día en manos de un berlinés, tenéis sus datos de contacto en
su sitio web.
Me parece una idea cojonuda.
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