Un domingo por la tarde se pueden hacer muchas cosas. Pero la mejor, siempre, es ir al cine. Y aunque sea lo más típico y en la cola de la taquilla acabes siendo un borrego más, un domingo por la tarde, lo mejor, siempre, es ir al cine.
Dudábamos entre '2012' o 'CELDA 211'. Entre 200 millones de euros de presupuesto o 4 millones. Entre desastres naturales o una cárcel de Zamora. Y sin saber por qué, acabamos viendo una de las mejores películas del cine español.
'CELDA 211' comienza con una escena cruda e impactante, no apta para todos los públicos. Y segundos después ya estamos en la prisión y tendremos que empezar a hacernos a la idea de que jamás saldremos de alli. Al fin y al cabo, para eso sirven las cárceles, ¿no?.
Daniel Monzón se deja de tópicos (sólo de algunos, claro) y la película empieza como tiene que ser. A la mierda las introducciones, los créditos, las musiquitas y la parafernalia que hacen que las películas duren 2 horas y media interminables. A la mierda los planitos lentos, al protagonista sonriendo, a los comienzos cansinos y lo típico por lo típico (no del todo, claro). A los 10 minutos de película suena la sirena, se oyen gritos, se cierran las puertas y tú tienes un nudo en el estómago incomodísimo.
Daniel Monzón dirige la película con un pulso sorprendente y con un ritmo admirable, con estilo, con talento y con dos cojones. El director de 'El corazón del Guerrero' (su primera película) adapta la novela de Pérez Gandul de forma ejemplar.
Dentro del género del suspense, la película, la típica película que va de un motín en una cárcel, es una joya de princpio a fin que combina la más pura desesperación humana con la más agresiva provocación. Con tintes políticos, con polémica incluída, retratando los bajos fondos de una mugrienta cárcel, la misería humana y el valor sobrehumano. Y sí, suena muy típico, pero señores, esta es una GRAN película que trata de todo eso que creemos que ya conocemos. Pero no, no tenemos ni idea de lo que es.
'CELDA 211' cuenta la historia de Juan Oliver (Alberto Ammann), un funcionario de prisiones que visita su futuro lugar de trabajo un día antes de empezar a trabajar para dar buena impresión, como él dice. Encantando mientras sus futuros compañeros de trabajo le enseñan la prisión, es sorprendido por un pequeño accidente que le deja inconsciente. Y de pronto, sin casi tiempo para nada, lo dejan en la Celda 211 porque ha estallado un motín.
Al despertar, la situación no puede ser más estresante. Ahora está dentro de la prisión, junto a los presos que corren, gritan y destrozan todo lo que pillan a su paso...
Allí conocerá a Malamadre (Luis Tosar), el mandamás de toda la escoria que hay allí dentro. Y hasta aquí puedo contar...
Con un ritmo espectacular que apenas nos deja pensar y asimilar lo que está pasando, Daniel Monzón sólo nos deja respirar con pequeños flashbacks que nos muestran a un Juan Oliver feliz junto a su mujer, ignorante de lo que se le viene encima. Para después seguir contándonos la historia de Calzones (el apodo con el que le rebautiza Malamadre) dentro de la cárcel.
A parte de ésta historia de tragedias y miserías humanas es obligado hablar de las interpretaciones. Y es que entre todas las buenas actuaciones de todos los actores resalta una que se os quedará grabada en la mente de por vida. Y es la del gallego Luis Tosar, que interpreta a Malamadre, el hijo de puta más grande, peligroso, cabronazo, psicópata y demente que lleva la voz cantante dentro de la prisión.
Cuenta Luis Tosar que preparó su personaje en cárceles de Galicia, hablando y pasando el rato con presos muy peligrosos que le contaban su vida. Y es que el gallego pone los pelos de punta con sólo verlo hablar interpretando a Malamadre. Y no sólo eso, lo perfila de forma sublime dándole vida, creando una bestia asesina con su pequeño corazoncito. Un tio con una voz cavernosa y una presencia de gigante que con sólo mirarte a los ojos ya sabes que te tiene cogido por los huevos, pero que aún así le invitarías a una cerveza para que te cuente su versión de la vida. Y es que es inevitable reirle las gracias, escuchar todas y cada una de las palabras que dice o levantarle el puño como si de un campeón de boxeo se tratase.
Luis Tosar se come literalmente la película con uno de los mejores personajes del cine mundial. Asi de sencillo.
Pero cierto es que Malamadre no sería nada sin Apache, su fiel "guardaespaldas" interpretado por un magno Carlos Bardem; curiosamente con una acento y unas pintas sudamericanas increíbles (a pesar de ser Madrileño). O Tachuela, la mano derecha de Malamadre interpretado por un Vicente Romero que lo borda. Y destacar el papel de Luis Zahera, que interpreta a un preso que yo creía que se trataba de algún yonqui o ex convicto al que le había picado el gusanillo de la interpretación, pero no...
Lo mejor es que todos son reales y en ningún momento ves actores, porque entonces no acojonarían tanto. Porque acojonan, tronco, acojonan.
Con 'CELDA 211' disfrutas del buen cine, y encima español. Sus escenas combinan la más pura desesperación humana con la mayor sinvergonzonería. Nos habla de los errores y de cómo estos nos pueden cambiar la vida por completo y acabar con nuestro culo en la cárcel, o peor, en una bolsa de plástico. Nos habla de la amistad y la confianza y de cómo estos valores pueden ser dignos de hijos de puta tan grandes como Malamadre. Nos habla de no tener nada que perder y de luchar a pesar de ello. Pero sobretodo nos habla y nos cuenta que el buen cine también está aquí, en nuestro país, aunque sólo sea a destellos.